lunes, 28 de octubre de 2013

Sólo un folio más...


Como una hoja en blanco, así está mi vida ahora.


He decidido pasar página y escribir de nuevo; La anterior estaba llena de tachones y ni si quiera yo misma entendía nada. 
 

Que no, que nunca he sido yo mucho de Tipp-Ex, que el sobrescribir está sobrevalorado. 


Con los tachones al menos se tiene todo en cuenta, sabes cómo y dónde te has equivocado. A lo mejor así no te vuelve a ocurrir, piensas. Pero la página se acaba, la siguiente está en blanco y te da pereza volver atrás. En la nueva sólo quedan esas rayas efímeras que permanecen después de tachar, esas que no se entienden pero tampoco se olvidan.


Y resulta que esta nueva página, aún por escribir, está llena de ellas, tan llena que estoy por pasarme a la siguiente, pero en el fondo sé que  tengo que aprovechar al máximo el libro de mi vida, pues si nadie sabe cuántas páginas me quedan por llenar como que es tontería desperdiciarlas.


Así que no me queda más remedio que seguir aquí, sin márgenes, sin auto correctores, en búsqueda de nuevos tachones, con la esperanza de que ninguno se repita. 


Aunque ahora que me fijo, esta página nueva es distinta, yo que siempre he sido de las de madurar pronto e ir dejándome anotaciones en letra pequeña con sueños que perseguir, con aspiraciones y metas que alcanzar. Cuál ha sido mi sorpresa al no encontrarme ninguna nota a pie de página ahora, ni ninguna cabecera utópica y extravagante. 


Y así estoy ahora, boli en mano, sin atreverme a apoyarlo, sin guías para moverme, sola con esos rayones que se limitan a conectar páginas, como si necesitara que alguien o algo me ayudara a escribirlas, como si el simple hecho de apoyarme en el papel pudiera desgarrar las últimas páginas que escribí, como si parte de mi buscara precisamente eso. Pero de momento, no puedo, no me atrevo a escribir, y eso es frustrante.