Las luces son fascinantes. Están por todas partes, brillando fieles,
incondicionales, regulando un tráfico salvaje en medio de una orgía de
ruidos. Sonidos de neumáticos que al pasar dejan recuerdos de un lejano
mar azur. Gente en el interior de los vehículos o máquinas tal vez,
meros autómatas que viven sus días sin pena ni gloria, sin instintos ni
pasiones, sin ganas, sin miedo, sin inteligencia. Todo eso conlleva
demasiado trabajo.
¿Habrá acaso un zahír, una piedra angular,
una criptonita, un lugar al que volver? ¿Melodías y no ruido,
civilización y no miseria? ¿Dejaremos de lado esta ciudad fantasma? ¿Nos
convertiremos en fantasmas algún día? ¿Algún otro día dejaremos de
serlo?
Carne de cañón, con
zapatos de tacón. Maquillaje circense que les cubre hasta las raíces
del pelo y unas faldas enseñando lo que no queremos ver. Lágrimas y
maquillaje. Océanos turbios y confusos como esa vida de la que intentan
huir bajo esa máscara de arcilla y esos ríos de color.
Miradas de curiosidad, de incertidumbre, de cansancio. Eso es todo cuanto veo ahora: Rasgos tan distintos que son de una misma especie.
¿De verdad? –De verdad. Y ahora todo me recuerda a ti.
Miradas de curiosidad, de incertidumbre, de cansancio. Eso es todo cuanto veo ahora: Rasgos tan distintos que son de una misma especie.
¿De verdad? –De verdad. Y ahora todo me recuerda a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario